sábado, 30 de enero de 2010

Charles Baudelaire El pintor de la vida moderna (1863). Lectura analítica.

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sábado 30 de enero de 2010

Una figura emblemática en su tiempo y de enorme repercusión, no solo en el mundo de la crítica artística, sino también en su verdadero hogar intelectual que fue la poesía. Baudelaire fue capaz de transformar con su obra un concepto, una figura literaria, un símbolo de la escritura como fue la metáfora, de hecho, amplificó expresivamente esta figura,  contribuyó, en todo caso, a indicar el terreno ilimitado en el que podía expandirse el sistema de representación de la poesía. No con menos acierto y “exquisita” erudición supo exponer una teoría del arte en su crítica artística. Valedor, sólo, de si mismo, Baudelaire expone en los primeros párrafos de “el pintor de la vida moderna” toda una teoría referente al concepto de lo bello. Wladislaw Tatarkiewicz en su “Historia de seis ideas” (pag.155 y ss) reescribe el concepto de belleza en sus distintas significaciones a lo largo de la Historia y señala como la más actual la que se cataloga como un sentido puramente estético, aquello que produce una experiencia estética. Muy semejante a esa definición es la que  transcribe Baudelaire en este homenaje a un pintor cubierto de olvido, en la actualidad, y que para él constituye el paradigma del pintor de la pequeñas cosas. Con una definición de Stendhal: “lo Bello no es sino promesa de la felicidad”, Baudelaire confirma, así, su teoría sobre la belleza refiriéndose a la dualidad de lo bello en su composición de eterno y circunstancial, ataviado de los ropajes de las circunstancias que lo envuelven:
   “Es  esta  una  buena  ocasión,  en verdad,  para  establecer una teoría racional e histórica de lo bello, por oposición a la teoría de lo bello único y  absoluto; para mostrar que lo bello es siempre, inevitablemente, de una doble composición, aunque la impresión que produce sea una; pues la dificultad de discernir los elementos variables de lo bello en la unidad de la impresión, no invalida en nada la necesidad de la variedad en su composición.
Lo bello está hecho de un elemento eterno, invariable, cuya cantidad es excesivamente  difícil  de  determinar,  y  de  un  elemento  relativo,  cir-cunstancial, que será, si se quiere, por alternativa o simultáneamente, la época, la moda, la moral, la pasión.”
guys01Lo distintivo de Baudelaire en esta expresión del juicio sobre la belleza es ante todo alejarla de la consideración clasicista  como él mismo refiere ante la definición escogida de Stendhal, antes reproducida:
“… tiene el gran mérito de  alejarse decididamente del error de los académicos”.
Con estas grandes frases Baudelaire comienza a introducirse en la teoría que quiere exponer en este trabajo de crítica artística, sobre todo, pone de manifiesto su idea de la circunstancialidad de la obra de arte como un aporte a la creatividad y una definitiva asunción de  nuevas formas de concebir la belleza y el arte. Valores puramente románticos.
“Sin duda es excelente estudiar a los antiguos maestros para aprender a pintar, pero no puede ser más que un ejercicio superfluo si su finalidad es comprender el carácter de la belleza presente”.
Baudelaire participa, como dice Tatarkievicz:
"de esa tendencia subjetivista por la que se abandonó la búsqueda de unos principios generales  y de las reglas de la belleza y el arte porque no se confiaba en ellos. En su lugar, se intentó descubrir las bases psicológicas de los fenómenos estéticos: ¿imaginación, gusto, o simplemente el proceso asociativo de la imaginación?"
Todo el proceso descriptivo hecho sobre la obra gráfica del " señor G" (Constantin Guys) expresa una nueva voluntad referida a la necesidad de romper con los atavismos del pasado artístico y la búsqueda de nuevas formas de expresión que garanticen la pluralidad significativa que el arte contemporáneo necesita para su formación. A través de la descripción de la obra gráfica de este reportero de guerra y pintor de lo pintoresco, Baudelaire, sucumbe a la grandeza de las impresiones sobre las características más elevadas de lo teórico: la pasión en la ejecución de la obra de arte. No olvidemos que en el año 1863 el movimiento romántico europeo buscaba nuevas formas de entender la sociedad en general, y el arte en particular, fórmulas novedosamente radicales  con lo que Tatarkiewiz bautiza como la Gran Teoría,  Historia de seis ideas.Técnos.1997, pag 83:


"Aunque la Gran Teoría fue la concepción de belleza que imperó 
durante dos mil años, no resultaba extraño que se hicieran reservas 
al respecto. Se le criticaba el principio central, según el cual la belleza 
consiste en la proporción y disposición armónicas, o aquellas doctri
nas asociadas, como por ejemplo la objetividad, racionalidad o el 
carácter numérico de la belleza, sus bases metafísicas, o el lugar que 
ocupa en la cumbre de la jerarquía de valores. Casi todas estas 
reservas se llevaron a cabo por primera vez en los tiempos antiguos 
durante el siglo XVIII, se habían hecho frecuentes y lo suficientemente
mordaces como para provocar una crisis".
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Baudelaire, en esta crítica "enigmática" sobre la obra de un "artista de lo pintoresco", incluso se atreve a disertar sobre lo que le sugiere la idea de la democracia aplicada al arte y en concreto referida en el contexto de una definición del "dandismo":
"Pero, ¡ay! la marea creciente de la democracia, que invade todo y que nivela todo, ahoga día a día a esos últimos representantes del orgullo humano y derrama odas de olvido sobre las huellas de esos prodigiosos mirmidones. Los dandis se hacen cada vez más raros entre nosotros, mientras que entre nuestros vecinos, en Inglaterra, el estado social y la constitución (la verdadera constitución, la que se expresa por las costumbres) dejarán todavía largo tiempo un lugar a los herederos de Sheridan, de Brummel y de Byron, si es que se presenta alguien digno de ellos."

Otro de los temas de máximo interés, que nace en el Romanticismo, y que se convierte en una constante de todos los escritores, pintores e, incluso, ensayistas y filósofos de esta tendencia es la exaltación de la mujer, considerada como un intangible sobrenatural del que nace el amor, la pasión y tantas impresiones como el poeta o el novelista pueda sugerir. En el caso del "poeta maldito" la mujer fue, en su vida personal y literaria, un tótem, un dios, uno de los pilares básicos de su percepción de un mundo sublimado:
         "La mujer es, sin duda, una luz, una mirada, una invitación a la felicidad, a veces una palabra; pero es, sobre todo, una armonía general, no solamente en su aspecto y en el movimiento de sus miembros, sino también en las muselinas, las gasas, las amplias y tornasoladas nubes de tejidos con los que se envuelve, que son como los atributos y el pedestal de su divinidad".

Todo un proceso de atomización del concepto de belleza es el que, página tras página, adopta Budelaire en este recopilatorio de críticas de arte. Ante todo, el poeta busca la aprehensión de la belleza en las pequeñas cosas, desligadas de cualquier teoría de antaño; con nuevos significados en su definición que abocaría al mundo del arte, por su influencia general sobre la pintura y la poesía, y sus cultivadores de finales del XIX, a los conceptos de impresión, expresión y todos los "ismos" de ese siglo y el venidero. Desde el punto de vista de la estética se trataría de un cambio de paradigma en la historia del arte:

"De la belleza aprehendida por la Razón a la belleza aprehendida por el instinto...El siglo XIX elaboró una solución de compromiso: el gusto y la imaginación sirven a la belleza exactamente igual que lo hace el pensamiento racional. Puede suponerse que esta solución puede utilizarse también en nuestros tiempos". Tatarkievizc. Historia de seis ideas. Técnos. 1997, pág.182.

En la misma página del ensayo de Tatarkiewicz que nos sirve para argumentar esta crítica de Baudelaire también se habla de la "aprehensión de la belleza desde el subjetivismo como base fundamental del romanticismo", sobre todo, del tardo Romanticismo del que podríamos considerar exponente de altura al poeta de "Las flores del mal". Baudelaire emite esa opinión de un necesario subjetivismo al percibir, interpretar y gozar una experiencia estética:

"De buen grado permito reír de mis reflexiones y resaltar su pueril solemnidad a todos aquellos a quienes su pesada gravedad impide buscar lo bello en sus más minuciosas manifestaciones; su juicio austero en nada me afecta; me contentaré con apelar a los
verdaderos artistas".

Los términos usados por Baudelaire, en esta crítica sobre la obra de  Constantine Guys, permiten conocer los atributos que, el poeta y crítico, da al arte coetáneo del que escribe, así como lo sugiere para el futuro: la inmediatez, lo pintoresco, lo sucesivo, la impresión, lo instantáneo y fugaz, lo sublime, a un tiempo que, lo tenebroso y horripilante, forman parte de ese proceso subjetivo en el que se convierte el arte (y el compendio de todos sus atributos).

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