El cine español primitivo, pionero y protoindustrial tiene un dictamen definitivo en su definición: la pérdida de más del 90% de su producción: “ La pérdida de la casi totalidad del material rodado y, a excepción de las filmadas para casas extranjeras –fundamentalmente francesas y británicas- el desconocimiento de la mera existencia de muchas de ellas” (Canovas, 2012, 19). Sólo el aliento de investigaciones privadas y al amparo de la Universidad y Filmotecas permite conocer de una forma lenta la existencia de nuevos títulos. En este artículo Canovas Belchí se centra en los siguientes bloques temáticos “llegada del cine a España; dinámica de la exhibición en los primeros años con sus diversas modalidades y tipologías; la problemática de las películas exhibidas; los primeros rodajes; los pioneros; los modelos narrativos y sus referentes en la cultura popular y su recepción por parte del público y la sociedad general” (Canovas, 2012, 20). Dos días separan sendas primeras proyecciones de cine “por Animatógrafo (Robert-William Paul) realizada por Edwin Rousby (11 de Mayo de 1996) y a través del Cinematógrafo de los Lumiere (13 de Mayo) en el Hotel Rusia, por un tal Boulaz o Boulade (Cánovas, 2012, 20). El caso es que tras esas representaciones, las mismas se producen por toda la geografía española “ aparatos de diversa paternidad y denominación como Cinematógrafo, Animatógrafo, Kinematógrafo o Kinetógrafo, Cronofotógrafo, Bioscopio y Fotoanimógrafo, entre otros” (Canovas, 2012, 20).
Importa la modalidad de exhibición, salas e itinerarios para constatar la popularización del nuevo espectáculo en un período poco estudiado sobre las primeras exhibiciones, el acondicionamiento de espacios para el evento, lo selecto y privativo del espectáculo y su popularización y permanencia en las ciudades que lo acogen como nueva forma de lucro. Son los fotógrafos y los empresarios teatrales quienes primero se acercan a la distribución y proyección de cine (aunque la falta de investigación nos impide conocer la mayor parte de los datos relevantes de esas proyecciones. Sólo hasta la primera década del siglo XX, momento en el que se implantan las salas de cine permanentes, “cualquier espacio con un mínimo de infraestructura resulta hábil para la proyección de películas…” (Cánovas, 2012,21) También su progresiva introducción en salones y teatros como complementos de distintos espectáculos.
Sobre las primeras películas autóctonas y primeros rodajes hay que responsabilizar a Alexandre Promio “en su periplo hispano”(22) determinó que la primera película de la que tenemos noticia fuese rodada en el puerto de Barcelona “place du port a Barcelone” o “Dechargement d’un navire” en junio de 1896 . Saber quien fue el primero no es tan fácil después de conocer que “Salida de la misa de doce” de Eduardo Jimeno Correas no pudo rodarse hasta, posiblemente 1899. La que Cánovas considera “búsqueda del Santo Grial o ¿Quien fue el primero?” hay que listar a tantos “extranjeros que anduvieron por España (Eugene Lix, Charles Kall), extranjeros que se afincaron en España (Séllier Loup y sus películas en La Coruña), pioneros conocidos (Salinas, Moreno en Álava), pioneros no conocidos (Desfile del Regimiento de Castillejos en Zaragoza)” (Cánovas, 2012, 23); Así como sería conveniente adoptar un criterio común sobre lo que se entiende por película española). En cuanto a los pioneros “sorprende el número de posibles cineastas pioneros que han sido localizados en los últimos años. Lo cuestionado para “película española” podría ampliarse al término “pionero””. Fructuós Gelabert, Eduardo Jimeno, Antonio de Padua Tramullas, Segundo de Chomón y todos los pioneros catalanes y valencianos (Macaya, Marro, Gual, Cuesta etc…) han sido o están siendo objeto de un renovado interés historiográfico. El caso más positivo el de Segundo de Chomón, también el de Séllier en La Coruña o Joan Martí en Barcelona.
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