El Renacimiento en España, como aseveran algunos historiadores, adolece de un “bilingüismo” que le priva, como es el caso de Francia, de la adopción de formas puras del lenguaje “nuevo” en el arte - el clasicismo- hasta la segunda década del siglo XVI. Los lenguajes que se incorporan en la Arquitectura, Escultura y Pintura, difieren en importancia y origen, y no digamos en la literatura, donde la influencia medieval se mantiene, hasta bien entrado el siglo XVII y se confunde con el Barroco. La convivencia del gótico internacional, venido de los países bajos por la relación política con la pervivencia de lo islámico en las cubiertas mudéjares o las fachadas de ladrillo, o a mitad de camino, los ventanales de fachadas que mantienen el parteluz, islámico, y gótico internacional. El lenguaje renacentista italiano queda “castrado” en los primeros momentos, sólo usado, - es el caso de Francia- como elementos decorativos superpuestos a estructuras góticas. Habrá que esperar hasta la construcción del palacio de Carlos V, en Granada, para poder hablar de un edificio completamente concebido ”a la manera” italiana, adaptado al clasicismo más “cuatrocentista”.
En el apartado anterior (+) hemos hecho acopio de las primeras muestras de la arquitectura renacentista en Castilla, en Murcia, pero no hemos tocado el punto más interesante en cuanto a influencias italianas, como es el caso del Reino de Aragón en donde, desde muy temprano, las relaciones políticas con Sicilia y Nápoles, proporcionan innumerables ejemplos llegados desde la Italia Toscana y Romana.
Aunque tocaremos todos estos lenguajes artísticos, debemos atenernos previamente a la clasificación, que se supone, mas acertada en estos momentos en el conocimiento historiográfico .
Empecemos por la teoría de Joaquín Yarza Luaces, en su libro: “Los siglos del Gótico”( Silex, 1992. p 180) en donde afirma “categóricamente” dos cosas. La primera:
“ Muchos historiadores utilizan las imágenes como documento de época sin saber como funcionan en la Edad Media los modelos y la escasa referencia que suele hacerse al entorno más inmediato”.
La segunda y más importante para el estudio global de la propuesta renacentista en España ( y hacemos referencia al mismo autor, misma obra y misma página):
“ Ni aun el pre humanismo castellano del siglo XV o el catalán inmediatamente anterior deja de hundir sus raíces en el mundo religioso. Más aun en la imágenes supuestamente profanas, que se integran normalmente en una visión cosmológica cristiana. Los reinos peninsulares en el siglo XV están, en esto, muy lejos de Italia”.
El Renacimiento: formación y crisis del modelo clásico. Escrito por Víctor Manuel Nieto Alcaide,Fernando Checa Cremades. Alberga las claves del triunfo, en España, del lenguaje gótico internacional, frente a la extensión y divulgación de las aportaciones “cuatrocentistas”. En el capítulo 3 del libro: “Una experiencia paralela: El sistema de representación flamenco”, señalan ambos autores que:
“… los artistas italianos del siglo xv desarrollaron un nuevo sistema plástico basado en el mito y en la teoría de un modelo cultural. Sin embargo este modelo fue para los pintores más imaginativa que real. No obstante, el nuevo arte italiano surgía como un proceso integrador derivado de unos planteamientos experimentales, orientados a una “recuperación” del modelo que configuran una acusada unidad de resultados. En los Países Bajos la ausencia de una metodología de este tipo y del tópico de un modelo cultural hace que el nuevo sistema de representación que se desarrolla a lo largo del siglo XV y con unas proposiciones no menos renovadoras que las italianas, sea algo casi vinculado a las artes figurativas. El código arquitectónico flamenco no estableció una ruptura con la tradición preexistente”.
Unida esta afirmación teórica a otras más apreciables en el arte español del siglo XV, las razones históricas, podemos comprender mejor el proceso de instauración de las distintas concepciones del arte mezcladas en un territorio acostumbrado a sacar partido a todos los estilos artísticos, como demuestra la Edad Media y la época de la reconquista tal como la relata Isidoro G. Bango Torviso en: “De la tradición hispanogoda al Románico”.
Por cierto, antes de seguir el desarrollo de este tema sería conveniente echar un vistazo a esta presentación sobre El Renacimiento en España.
La primera manifestación renacentista en España es el Colegio de Santa Cruz auspiciado por el “omnipotente” Cardenal Mendoza, cuya relación con los Borgia le enseñó a formalizar una estructura de estado y, además, a convencer de las excelencias publicitarias del mecenazgo a los reyes Católicos, que sin embargo no aceptaron como propias las formas italianas, haciendo patente su debilidad por el gótico internacional, en muchos casos mal llamado Isabelino. El inicio de las obras del Palacio de Santa Cruz, auspiciadas, como hemos dicho, por el cardenal Mendoza, se iniciaron siguiendo una estructura gótica en el año 1486, directrices que cambiaron en el 1488 ante el enfado del Cardenal que pretendía se usasen las formas italianas del cuatrocento. Se inauguró de 1491 y sufrió a lo largo de su historia variadas y diferentes reformas que modificaron su aspecto inicial.
Fernando Marías habla del “bilingüismo” en el renacimiento español, aunque tal vez podría hacerse referencia a un poli-lingüismo, ya que las formas góticas tradicionales perviven en el arte junto a influencias más actuales que llegan desde los Países Bajos y germánicos, más la pervivencia de formas artísticas mozárabes, y un cierto lenguaje musulmán que se mantiene sobre todo en el sur de la península. Las formas italianizantes sólo entran por los puertos mediterráneos, y como hemos referido, por iniciativas de mecenazgo muy concretas. Sólo la tratadística y la expansión renacentista italiana por Europa acabará abriendo una brecha en la instauración gótica en los diferentes reinos peninsulares.
La inserción del lenguaje “a lo antiguo”, como se denominó frecuentemente, no se produce hasta el año 1520, debido ante todo a la introducción de obras italianas por encargo: la mayoría de las veces como una reacción a lo estipulado desde la corona, otras como una simple moda, que lejos deja el sentido más filosófico del término renacimiento italiano. La mediación de la familia Mendoza, o los Fajardo, como promotores de las “formas antiguas” queda reflejada en los primeros ejemplos mencionados de arquitectura decorativa, como son el colegio de Santa Cruz en Valladolid, el palacio de los Mendoza en Guadalajara y el Castillo de los Vélez, cuyo patio se encuentra desde mediados del siglo XX en el Museo Metropolitano de Nueva York.(*)(*)
Para hacer un resumen de las diferencias que caracterizan el renacimiento español del resto, hay que echar mano de la historiografía más reciente que explica con profusión de detalles cómo una monarquía fortalecida por la unión de Castilla y Aragón que conquista el último reducto musulmán en la península y goza de gran repercusión en la Europa Occidental, adopta un lenguaje artístico para su política “publicitaria” ajeno al que terminaría imponiéndose en toda Europa, influenciados en suma por las relaciones comerciales y políticas que mantienen con el Imperio Alemán y otros países en donde el lenguaje gótico se ve fortalecido por una corriente barroca del mismo gótico denominado: Flamígero. En un proceso muy parecido al que ocurre en Francia con el Cardenal Amboise.
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