Al margen de la historiografía, que informa sobre este aspecto del arte, un recorrido visual y rápido por el imperialismo colonialista del siglo XIX genera como fruto, directa o indirectamente, una visualización de profundas raíces entre tal formulación político-económica y el arte de las vanguardias que se desarrolla en los primeros años del siglo XX. La llegada a Europa de muestras, no solo en cantidad, sino en calidad, de diferentes artes ajenos al academicismo “demodé” y aberrante entre los pintores, artistas, críticos que barnizan con un aire de modernidad su desprecio a los cánones habituales, su desprecio a la belleza como base esencial del arte e, incluso, la figuración realista como una aberración de primer orden. Es el momento de aceptar como prioridad en la formulación primitiva del geometrismo, el simbolismo y nuevas ideas que se adhieren al nuevo arte como fórmula de reacción contra lo establecido. Recordemos que en todo el siglo XIX las culturas extranjeras forman el gusto de una sociedad burguesa ante la llegada de multitud de importaciones, comercialización y expolio de tribus y culturas de todo el mundo. Especialmente de África, Oceanía y Asia, aunque también América comienza a reconsiderar el valor de su cultura indígena y las aportaciones de los antepasados. En cualquier caso desde Gran Bretaña, la comercialización y exportación casi industrial de obras procedentes como hemos dicho de su imperio;contribuye al resurgir de una actitud artística que quiere recordar lo manufacturado, lo antiguo, lo primitivo y ajeno, como reacción al manierismo repetitivo academicista, como sugiere la obra de William Morris. En Francia el camino realista que adquiere la pintura de la segunda mitad del siglo XIX y que eclosiona en una absoluta disconformidad con lo establecido, unido al desarrollo de las ciencias que también ofrecen una imagen del mundo inusual hasta el momento, convierten a las manifestaciones artísticas en profundas revisiones del concepto arte que inician los “fauvistas” y los “cubistas” con la aceptación de los presupuestos del geometrismo, la admisión de la preponderancia simbólica del color, la abyección por la figura realista y la concatenación de la inclusión de elementos nuevos en el arte, como el movimiento y cualquier aspecto de intangible materialización. Los recursos procedentes de los artes primitivos que condicionan la nueva expresión artística son los ya citados y otros muchos como la argumentación simbólica que la antropología hace del arte como un material que no es tal para sus pueblos de origen y que tienen una realidad funcional que en la aplicación a los nuevos “ismos” desaparece, ofreciendo tan solo la apariencia con la que ayudar a contribuir en la construcción de las nuevas formas del Arte. El expolio del Reino de Benin y sus bronces llegados a Europa, junto a cargamentos de máscaras Fang, Sepik, Yoruba; su concentración mayoritaria entre los anticuarios parisinos, contribuyó, en gran medida, a la absorción de esas formas en un vómito de desacuerdo hacia el naturalismo.Y, ¿de qué manera se puede evidenciar la aportación del arte negro africano a las vanguardias? De muchas. Sólo hay que hacer un recorrido por la bibliografía para darse cuenta de la gran aportación del arte animista al cubismo, fauvismo, modernismo, expresionismo....
Una pregunta más es la siguiente: ¿Es responsable el imperialismo decimonónico del nacimiento del arte abstracto, de la descomposición de la obra de arte en cuanto modelo de expresión significativa aferrada ancestralmente al figurativismo como idea de grandeza del arte?
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